Renegociar el TLC: una falsa alarma

Por Carlos Acero Castellanos | 27 de agosto 2023

Renegociar el TLC: una falsa alarma

El presidente prometió y anunció la renegociación de un TLC que no ha beneficiado a Colombia sino a Estados Unidos. Pero la ilusión duró poco y seguimos asfixiados por demandas y malos resultados comerciales.

El falso anuncio

El 16 de agosto el presidente Gustavo Petro informó que comenzaba oficialmente la renegociación del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Colombia y Estados Unidos. El anuncio presidencial es coherente con su programa de gobierno y con los pésimos resultados que ha tenido este tratado para Colombia.

El anuncio se dio en el marco de una reunión con líderes cafeteros del Huila, preocupados por la cercanía de una crisis debido a la caída del precio del grano, la revaluación del peso y la imposibilidad del Estado para adoptar medidas de defensa comercial —estas últimas prohibidas por los TLC—.

En menos de 24 horas, el ministro de Comercio, Industria y Turismo, Germán Umaña, salió a corregir al presidente: “no estamos pidiendo renegociación en este momento, si no que estamos pidiendo equilibrio y negociación de esos equipos de la comisión administradora”.

Por su parte, el embajador de Estados Unidos en Colombia, Francisco Palmieri, diplomáticamente desmintió a Petro: “Es un acuerdo que está en beneficio de los dos países”, dando a entender que no es del interés de ese país renegociar el tratado. Y recordemos que sobre el TLC no se habló en la reunión Biden-Petro de abril de este año.

seguimos siendo un país exportador de materias primas baratas e importador de productos transformados, como en tiempos de la colonia española.
Las palabras del presidente, que ilusionaron a los cafeteros, eran falsas y ratifican la ambigüedad del gobierno respecto de las medidas que tomará en materia de tratados de comercio.

Así, seguimos en ascuas los productores agrícolas, sectores ambientalistas, organizaciones defensoras de derechos humanos y quienes hemos insistido en la urgencia de renegociar ese y otros TLC.

Balance comercial

La mentira de Petro sobre el futuro del TLC con Estados Unidos no implica que su diagnóstico hubiera estado equivocado: a Colombia le ha ido muy mal. Tanto en materia comercial como en materia de promoción y protección de inversiones, los saldos están en rojo.

El TLC entró en vigencia el 15 de mayo de 2012. Según datos del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, desde entonces:

 no se han diversificado las exportaciones a Estados Unidos;
 el número de productos exportados se ha reducido de manera constante;
 aumentaron significativamente las exportaciones minero-energéticas, que además representan el 88,2% del total, mientras que las agroindustriales siguen disminuyendo;
 seguimos exportando productos de escaso valor agregado (aceites crudos de petróleo o de material bituminoso, flores, oro, café y banano) mientras que importamos productos más elaborados y costosos (bienes de capital, materiales de construcción, bienes de consumo y materias primas o bienes intermedios);
 Estados Unidos nos inundó de maíz y otros alimentos que antes se producían en los campos colombianos y generaban empleo nacional.

En suma, la balanza comercial colombiana frente a Estados Unidos pasó de ser positiva en 8,244 millones de dólares en 2012, a ser negativa en 1.871 millones en 2021. Y no menos, seguimos siendo un país exportador de materias primas baratas e importador de productos transformados, como en tiempos de la colonia española.

Balance de inversiones

“La principal derivación inmediata del TLC sería dar más confianza inversionista en Colombia” dijo Álvaro Uribe para justificar las bondades del acuerdo. Además de la confianza inversionista, supuestamente tendríamos un auge de inversión extranjera para impulsar la economía colombiana.

Pero la firma del TLC no fue seguida por el salto esperado en el flujo de capital de Estados Unidos Colombia. Por lo demás, los estudios internacionales demuestran que no hay correlación entre la existencia de mecanismos de protección de las inversiones y el volumen de esas inversiones.

Como si fuera poco, desde la entrada en vigencia del TLC la inversión colombiana en Estados Unidos se redujo significativamente con respecto de la década anterior, como se observa en las gráficas siguientes:

A estos malos resultados se suma el hecho de que el TLC otorgó todo tipo de beneficios jurídicos a los inversionistas norteamericanos y limitó la capacidad regulatoria del Estado colombiano.

Esto segundo se debe a el Estado evita tomar medidas que los inversionistas puedan interpretar como violatorias de sus derechos derivados del TLC y, en consecuencia, pueda ser objeto de demandas en procesos de arbitraje internacional.

En la actualidad, Colombia tiene 22 casos activos ante tribunales por controversias inversionista-estado, amparadas en los múltiples TLC vigentes, y las pretensiones superan los 60 billones de pesos. De ese monto, los inversionistas de Estados Unidos reclaman 50 billones de pesos (83%); cuatro de los seis casos con inversionistas de ese país están trámite y los otros dos se encuentran en etapa pre-arbitral.

De perder los casos, Colombia tendría que pagar a los inversionistas extranjeros lo equivalente a casi dos reformas tributarias. Sin contar con los recursos que ya ha gastado el Estado en defensa jurídica que, en promedio, ascienden a 3 millones de dólares por cada disputa.

En otras palabras: con el TLC no hubo un boom de inversión extranjera, pero sí una explosión de demandas multimillonarias en contra del Estado.

¿Revisar o renegociar el TLC?

Aunque el TLC no incluye cláusulas expresas de “revisión” o “renegociación”, es claro que ambas opciones son viables política y jurídicamente.

La revisión puede ocurrir por medio de la Comisión de Libre Comercio, máxima instancia bilateral de administración del TLC contemplada en el Capítulo Veinte. Según el viceministro de comercio exterior, Luis Felipe Quintero, esta comisión ya está haciendo el ejercicio de evaluación de equilibrios del tratado.

La revisión puede abrir la puerta para modificaciones puntuales –no totales– a apartados específicos del tratado, tales como la eliminación arancelaria del anexo 2.3, y las reglas de origen de textiles, las específicas de origen de los anexos 3-A y 4.1, las referentes contratación pública del anexo 9.1.

La revisión también puede concluir en declaraciones interpretativas conjuntas que delimiten el significado o forma de aplicar las cláusulas o sugerir eventuales enmiendas al acuerdo.

la balanza comercial colombiana frente a Estados Unidos pasó de ser positiva en 8,244 millones de dólares en 2012, a ser negativa en 1.871 millones en 2021.

Sin embargo, la revisión no serviría para cambios de fondo o para corregir las asimetrías estructurales del tratado. Por ejemplo, el régimen de protección de las inversiones no es susceptible de modificación por esa vía y eventuales declaraciones interpretativas podrían mantener, con ajustes menores, un sistema inequitativo inversionista-estado.

La importancia de la auditoría ciudadana

Entre el 22 de mayo y el 1 de junio de 2023 la Misión Internacional #FrenenemosLasDemandasDeTransnacionales visitó a Colombia para explorar mecanismos contra el abuso de poder de empresas trasnacionales.

Entre las conclusiones de la Misión Internacional se destaca, por una parte, que no basta con la revisión no estructural de los tratados, específicamente en lo que respecta a las cláusulas de protección de inversiones. Por otra parte, la Misión sugiere “impulsar una auditoría ciudadana integral de los efectos de los tratados de comercio e inversión y del sistema de arbitraje en Colombia”.

Esta auditoría ciudadana podría, de manera semejante a lo ocurrido en Ecuador, identificar evidencia y argumentos rigurosos para justificar la renegociación. Además, podría unificar a sectores diversos como defensores de derechos humanos, organizaciones agropecuarias y campesinas, sindicatos y organizaciones empresariales para rodear al Gobierno Nacional en el complejo proceso de cara a la renegociación de los TLC.

CARLOS ACERO CASTELLANOS
*Abogado y Magister en Derecho Internacional de la Universidad de los Andes. Twitter: @CarlosAceroC

source: Razón Pública