Libre comercio y deuda: dos lados del neocolonialismo

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22 de noviembre, 2023

Libre comercio y deuda: dos lados del neocolonialismo

por bilaterals.org

Aspectos destacados del taller organizado en Marruecos por Attac Maroc , bilaterals.org, CADTM Africa, GRAIN y el Observatorio Tunecino de Economía, durante la Contra-cumbre mundial del movimiento social convocada con motivo de las reuniones anuales del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial en octubre de 2023.

“El libre comercio y la deuda no son sólo un asunto de dinero”, dijo Attac Maroc. Tras ellos hay una lógica de dominación. La deuda ha jugado históricamente un papel central en el sistema colonial en África, mientras que el comercio internacional ha sido secuestrado por los poderes imperialistas para impulsar sus intereses.

Al final del siglo XIX, por ejemplo, Francia, España y Gran Bretaña tenían sus ojos puestos en Marruecos y buscaban controlarlo. En 1856, Gran Bretaña presionó a Marruecos para que firmara un acuerdo comercial que le permitía a los británicos la penetración del mercado marroquí, y les otorgaba ventajas comerciales sobre sus contrapartes locales.

La imposición del protectorado francés en 1912 fue el golpe definitivo a la soberanía de Marruecos, incapaz de resistir la invasión europea. Poco después, el debilitado país enfrentó sequías y requirió de asistencia para hacerle frente a la situación. Marruecos se endeudó entonces con las potencias coloniales. La deuda aumentó como consecuencia del colonialismo y con la construcción de infraestructuras al servicio de los intereses coloniales. En 1956, para el momento de la independencia, Marruecos tenía una deuda de un mil millones de dirhams.

En los años ochenta, la implementación de las políticas neoliberales en concordancia los programas de ajuste estructural del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, que condujeron a una privatización masiva, tuvieron un impacto devastador sobre las vidas cotidianas del pueblo marroquí. Además, los acuerdos de libre comercio, tales como los que se firmaron con la Unión Europea y Estados Unidos, incrementaron el déficit comercial del país, lo que a su vez redujo el ingreso de la economía marroquí.

El caso de Marruecos muestra qué tan entrelazados están el libre comercio y la deuda. En el Sur global esta deuda ha incrementado la presión que ejercen los tratados de libre comercio, lo que a su vez ha reforzado la dependencia de los países del Sur hacia las economías de los países ricos.

El CIADI, la institución menos conocida del Banco Mundial

Antes del triunfo del neoliberalismo, el comercio internacional fue utilizado por los países europeos como instrumento de dominación geopolítica y comercial durante los últimos 500 años, como recuerda bilaterals.org. Empresas y Estados coloniales unieron sus fuerzas para conquistar territorios e imponer regímenes jurídicos que beneficiaran a los europeos. Por ejemplo, Hugo Grotius, considerado uno de los padres del derecho internacional, era abogado de la Dutch East India Company.

En este sentido, el colonialismo tenía que ver con la conquista de territorio pero también con la explotación de la riqueza y con la imposición de normas comerciales basadas en las nociones europeas de riqueza, medio ambiente, etcétera. En la época colonial, los europeos crearon tribunales especiales para resolver disputas comerciales y de inversión relacionadas con sus actividades en las colonias.

Después de la descolonización, el Banco Mundial ha desempeñado un papel fundamental en la continuación de este sistema judicial paralelo. En 1965 creó el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI), que forma parte del Grupo del Banco Mundial, sobre la base de principios elaborados por Hermann Josef Abs, banquero alemán, y Hartley Shawcross, ejecutivo británico de la industria petrolera. El CIADI ofrece un tribunal de arbitraje para resolver disputas relacionadas con inversiones extranjeras. Los tratados bilaterales de inversión y los acuerdos de libre comercio incluyen referencias al CIADI en caso de controversia entre un Estado y algún o alguna inversionista que por ser extranjeros estén protegidos por dicho acuerdo. Este proceso se conoce como solución de diferencias inversionistas-Estados (ISDS, por sus siglas en inglés).

Los movimientos sociales de todo el mundo han criticado el mecanismo ISDS pues ha provocado terribles sufrimientos en muchos países del Sur global. En Sudáfrica, por ejemplo, unos inversionistas europeos impugnaron una leydestinada a corregir las desigualdades de la época del apartheid, y consiguieron que se suavizara para que sus beneficios no se vieran demasiado afectados. También se condenó a Pakistán a pagar 6 mil millones de dólares a una compañía australiana por anular un contrato de concesión minera que la Suprema Corte había declarado ilegal, a pesar de que dicha compañía sólo había invertido unos 200 millones de dólares. Existen más de mil demandas de este tipo en todo el mundo, que causan estragos en las poblaciones, el medio ambiente y las finanzas de los países.

Cuando la resistencia de un pueblo derrotó el TLC Túnez-UE

El ISDS estaba en el centro de las negociaciones entre la Unión Europea (UE) y Túnez en el llamado “Acuerdo de Libre Comercio Integral y a Profundidad” (DCFTA por sus siglas en inglés), que hasta ahora no ha podido lograr la aprobación de la parte tunecina.

Según el Observatorio Tunecino de Economía, el DCFTA significa ir mucho más allá de la liberalización económica ya implementada por el Acuerdo de Asociación de 1995 entre ambas partes. Por parte de los europeos se sentía una actitud neocolonial durante las negociaciones pues se intentaba imponer los intereses europeos y no tanto lograr un acuerdo que fuera verdaderamente benéfico para ambas partes.

Los negociadores europeos arguyeron que el DCFTA conduciría a la armonización de los estándares entre las partes, pero se trataba más de la aceptación tunecina de las regulaciones europeas. Por ejemplo, la UE empujó a que Túnez aceptara los estándares europeos en lo relativo a las medidas sanitarias y fitosanitarias. “Incluso en lo profundo del ámbito rural”, todo mundo entendía que el acuerdo de comercio era algo unilateral”, insistió el Observatorio. Por ejemplo, la UE podía subsidiar su agricultura, pero Túnez no. Entonces una amplia coalición consiguió descarrilar el acuerdo organizando protestas, haciendo cabildeo y mediante relaciones públicas. La coalición exigió además transparencia parlamentaria y bloqueó las negociaciones. Por fin el DCFTA se archivó y las negociaciones no se han reanudado desde entonces.

APE = Acuerdo de Pauperización Económica

La situación de Kenya es diferente, ya que Kenya firmó un Acuerdo de Participación [o Asociación] Económica (EPA) con la Unión Europea en junio de 2023. Se suponía originalmente que el EPA iba a ser firmado por el bloque regional de la Comunidad de África Oriental completa, y las negociaciones se completaron en 2014. Pero Tanzania, Uganda y Burundi se negaron a firmar. Bajo la presión de la Unión Europea, Kenya finalmente accedió a un acuerdo propio, por aparte.

Al ser el único país “no menos desarrollado” del bloque de África Oriental, Kenya iba a perder el acceso preferencial al mercado de la UE. Además, Kenya había acumulado deuda a lo largo de los años, señaló la Liga de Campesinos de Kenya, y el paquete del APE [AAE] iba acompañado de un fondo de desarrollo.

En Kenya, la APE reforzará la agricultura de monocultivo orientada a la exportación, socavando la soberanía alimentaria del país y sometiendo a los productores locales a una competencia insana con empresas europeas que reciben muchos subsidios. La Liga añadió que la gente que produce tomate en Ghana sufre las importaciones de productos europeos baratos. Los criadores de pollos de Camerún corren la misma suerte. Ambos países tienen Acuerdos de Participación Económica con la UE.

A los países vecinos también les preocupa que Kenya pueda servir de puerta de entrada al Mercado Común del África Oriental y, en general, a África. Cuando los APE [AAE] entraron en vigor en Ghana y Costa de Marfil, los productos de la UE se abrieron paso en la zona del mercado común de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental.

Éstas son algunas de las razones por las que los APE o AAE se han ganado el sobrenombre de “acuerdos de pauperización económica”.

La trampa del ACALC [AfCFTA]

Mientras los movimientos sociales se han manifestado en contra de los APE, otro proyecto neoliberal se cierne sobre el continente africano: la Zona de Libre Comercio Continental Africana [ACALC, o AfcFTA por sus siglas en inglés].

La idea de crear una zona de libre comercio para toda África surgió en 2012 como una iniciativa de la Unión Africana (UA). El acuerdo se firmó en 2018, pero algunas de sus normas comerciales sólo se aplican desde octubre de 2022 y entre apenas siete Estados. Al día de hoy, Eritrea es el único Estado de la UA que se ha negado a firmar.

El AfCFTA [ACALC] pretende liberalizar el 90% de los productos no sensibles y establecer un arancel exterior común con el resto del mundo, explicó el Comité para la Abolición de la Deuda Ilegítima [CADTM]* África. Con el disfraz de un pan-africanismo, el ACALC está construido sobre el dogma de un capitalismo de libre mercado. Promueve un modelo de desarrollo movido por las exportaciones. Incluye reglas comerciales extraídas de los acuerdos de la OMC y de los tratados bilaterales que benefician a las élites y al capital transnacional a expensas de las comunidades locales.

Alguien en el público, procedente de Mali, remarcó que las zonas de libre comercio era muy problemáticas en su país. Han tenido un impacto negativo en las comunidades y han promovido acaparamientos. Además, nunca ha existido alguna forma de consulta pública o el impulso de compartir información al implementar estas zonas.

La ACALC promueve la expansión de operaciones en las zonas de libre comercio para promover eso que le llaman desarrollo, pero con preocupación la gente sigue arguyendo que la integración regional en África debería construirse sobre los principios pan-africanos de solidaridad y complementariedad para frenar el sangrado de los países.

Hacia sociedades justas

El taller concluyó que los movimientos sociales, las comunidades, la ciudadanía, etcétera, deben luchar para revertir estas tendencias. En Costa de Marfil, la gente local protestó contra la llegada del supermercado Auchan, que ha conducido al cierre de tiendas locales, y boicoteó a la compañía francesa. Una campaña semejante pone en la mira a Auchan en Senegal. Tales boicots de productos pueden tener impactos en las grandes empresas extranjeras.

A fin de cuentas, esto es un asunto global, no sólo algo africano. El saqueo de los recursos es un asunto de todos. Para derrotar al imperialismo, dijo Thomas Sankara, cada quien debe consumir y comer local. La deuda y el llamado “libre comercio” han sido instrumentales en imponer un sistema de dominación neocolonial basado en más exportaciones y la dependencia del extractivismo. Favorecer lo local sobre lo internacional bien puede ser una de las alternativas para las sociedades que enfrentan los desafíos actuales, entre ellos la crisis climática, la migración, la soberanía alimentaria y energética. las movilizaciones internacionales como esta contra-cumbre permiten que la gente de todo el mundo se conecte y eleve la conciencia sobre asuntos globales, lo que permite jugar un papel crucial en la construcción de una solidaridad en pos de justicia social.

source: bilaterals.org